lunes, 4 de mayo de 2015

El "sueño americano" no sería lo que se pensaba

El discurso tradicional dice que el "sueño americano" es esa posibilidad de lograr, en Estados Unidos, la prosperidad económica y la movilidad social gracias a la libertad y al trabajo esforzado. Y ciertos ejemplos son referencia de que esa aspiración puede pasar de ser un sueño a una realidad.

Pero un profesor de economía de la Universidad de California afirma que no existe tal cosa como un "sueño americano" para todos y, armado con estadísticas, afirma que en realidad hay algunos "sueños" que son más reales y posibles, y otros que simplemente son ilusiones, o quizá pesadillas.
El profesor Gregory Clark, en un artículo publicado en ‘Foreign Affairs’ cuestiona que exista realmente esa posibilidad de movilidad social para los inmigrantes en Estados Unidos y llega a afirmar que, para aquellas personas de bajo nivel educativo y económico que llegan a Estados Unidos, la posibilidad de integración y de alcanzar los niveles promedio de progreso y bienestar son minúsculos. Al grado de que para ellos no existe, en realidad, ningún sueño americano" que pueda volverse realidad.
Según afirma Clark, la movilidad en Estados Unidos es actualmente sustancialmente baja, sobre todo para ciertos inmigrantes, y afirma que, en realidad, los inmigrantes de bajo nivel económico y sociocultural tienden a permanecer en ese nivel. No habría "sueño Americano" para ellos, al menos como se ha entendido, o soñado, hasta ahora.
Clark afirma que una manera de lograr que la población inmigrante de un país logre mayores niveles de progreso es incentivar la llevada de personas de alto nivel educativo y económico, que en su opinión están en mayor posibilidad de mantener y elevar su posición en la escala social. Pero afirma que, en la actualidad, el hecho de que una gran proporción de los inmigrantes sean originarios de Latinoamérica y procedan de entornos de pobreza sólo conduce a que continúen en esa condición en Estados Unidos, al estar menos capacitados para integrarse y, en paralelo, por sólo tener acceso a trabajos mal pagados y a muy limitadas oportunidades de superación.
Clark afirma contundentemente que las circunstancias de una generación afectan de modo fundamental las condiciones futuras de sus descendientes y, por ello, con una suerte de determinismo, señala que una comunidad o un país cuya población se encuentre en grandes proporciones constituida de personas de pocos recursos y bajo nivel educativo tenderá a permanecer así y, por ende, afectará al conjunto de la sociedad.

 Empero, hay quien afirma, como se lee en los comentarios al artículo en ‘Foreign Affairs’ que el ‘Sueño Americano’ en realidad nunca ha existido y solo es parte del aparato de propaganda, dominación y legitimación estadounidense. Otros dicen que más allá del origen y de la posición socioeconómica, en tanto el sistema en sí mantenga a los inmigrantes mayormente en sectores económicos de muy baja paga y escaso acceso a la educación no habrá cambio, y que esa circunstancia tiene su origen en la necesidad de las clases ricas de contar, justamente, con trabajadores baratos que realicen tareas necesarias pero indeseables. Si tuvieran que pagar más caro por esas labores, generalmente hechas hoy por inmigrantes pobres y recientes, el costo de la vida y de muchos bienes y servicios sería menos asequible y, por ende, esos satisfactores (muchos asociados con el "sueño americano") estarían al alcance de menos personas. Así, curiosamente, la imposibilidad del "sueño" de unos contribuye a hacer posible el "sueño" de otros.

Y finalmente, queda la posibilidad de que haya muchos "sueños" diferentes. Para un campesino o un obrero pobre de Latinoamérica, que vive en una zona con precarios servicios y asolada por la el crimen organizado, gobiernos corruptos y la falta de justicia, llegar a Estados Unidos para vivir una vida esforzada y no necesariamente holgada pero sí más segura y con acceso a mejores condiciones generales puede resultar sino un "sueño" si una mejora sustantiva. Y muchos de ellos, en su ruta hacia el Norte, viven primero una pesadilla, incluso mortal, antes de siquiera poder imaginar lo que ese ‘Sueño’ elusivo puede significar. Otros, con todo, añoran volver y plantean su "sueño" en términos de beneficios transnacionales, como pasa en el caso de muchos inmigrantes mexicanos en Estados Unidos, donde aspiran, vía remesas u otros apoyos, hacer realidad ese "sueño", que no es sino el progreso material, para sus familiares en sus lugares de origen, aunque en casos eso postergue o anule sus posibilidades personales de mejora.
 Lo cierto es que el "sueño" es de quien lo sueña y muchas veces engaña o se disipa. Pero, para muchos, y en ello reside el gran incentivo de las migraciones del llamado Tercer Mundo a las naciones desarrolladas, llegar a Estados Unidos y vivir en este país es una experiencia que no cambiarían y que, en la balanza, resulta positiva, con todos sus claroscuros. Muchos de ellos quizá soñaron en reversa la posibilidad de nunca haber emigrado y de que en sus lugares de origen lograr ese "sueño" hubiese sido posible, o pueda serlo en el futuro.
Si todo eso es sueño o no, consúltelo con la almohada

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